Enrique Tábara


Es un creador, que lejos de refugiarse en el cómodo hallazgo de una imágen que le es propia, indaga y desmistifica esos propios conceptos y deja que ellos encuentren un refugio en una y mil imágenes dialogan en el seno de la suya propia y que permanentemente se renueva.

Ese espíritu innovador es una constante que revela el ser inquieto y versátil del maestro.

Experimentación que no olvida sus raíces, ni proceso que el mismo ha elegido a través de años de paciente y fructifero ejercicio pictórico.

Su trabajo lo inicia a muy temprana edad, lo suyo fue desde siempre la pintura, siendo consecuente con este principio, toda la vida.

Enrique Tábara tiene en su capacidad y vocación los Pata Pata, en ningún momento abandona eso, cambia pero se concatena, cambio y continuidad en el sentido dar a la composición del cuadro, esa riqueza incuestionable de forma y de contenido. Entonces aquellos paraísos, en este caso de vegetación y después de los insectos…? que viene? ya tuvo el paraíso, descansa de él, al descansar simplifica, va quitando lo anecdotario, quitando lo superfluo para quedarse en la esencia propia de su dimensión creativa, que es la simplificación absoluta de la forma y su contenido. Hace algunos años había creado su propia reflexión de los mono cromatismos, un proceso constante de sustracción de elementos que tenían presencia en sus anteriores etapas. Escudriñando el olvido en el perenne afán de no repetirse, un retorno a la esencia del espacio pictórico, del que emergen motivos esenciales de su identidad como los Pata Pata y las huellas y geometrías de nuestro pasado remoto. Enrique Tábara continuará por siempre en su infinita búsqueda de nuevas formas y colores para su extraordinaria pintura.

Enrique Tábara nace en el barrio del astillero en Guayaquil, Ecuador en 1930. Hijo de una familia pobre, su infancia la pasó en medio de las limitaciones y necesidades de su condición humilde, en una sociedad construida sobre la injusticia. En 1946 ingresa a la Escuela de Bellas Artes y recibe la influencia de Hans Michelson, maestro amante de la composición y del color que infundió en Tábara una gran disciplina y capacidad de trabajo, otra de las influencias más significativas es la del artista Martínez Serrano, excelente dibujante que consiguió ubicar en su conciencia la importancia y la disciplina de las formas, aprendizajes determinantes en su trabajo futuro. Su trabajo lo inicia a muy temprana edad, lo suyo fue desde siempre la pintura, siendo consecuente con este principio, toda la vida. Sus primeras influencias de las corrientes plásticas universales las recibe del expresionismo indigenista, que niega los conceptos de un arte que reproducía los símbolos del poder, colocando en sus lienzos a personajes que por su etnia y condición de explotados, fueron invisibles en los cenáculos del arte. A diferencia de los pintores indigenistas, Tábara empieza a retratar a los personajes de su entorno, creando su propia versión tropical del realismo social. Este extraordinario creador plasma con pasión intensa personajes marginales, los carboneros, las prostitutas, protagonistas pobres y suburbiales del puerto. A través de su pincel los dramas humanos, se vuelven profundamente concretos y tangibles, las poéticas imágenes figurativas de Tábara poseen una extraordinaria profundidad y alcanzan la excelencia plástica. Desde sus primeros trabajos hallamos en él, matrices muy bien definidas, resueltas a través de cualidades abstractas, movimiento, fuerza interior, armonía en los trazos y desplazamientos. En sus inicios en la década de los 50, una corriente de rebeldía y crítica social recorre América Latina y para los artistas era casi imposible mantenerse al margen. Tábara es un creador, que lejos de refugiarse en el cómodo hallazgo de una imagen que le es propia, indaga y des-mistifica esos propios conceptos y deja que ellos encuentren un refugio, en una y mil imágenes que dialogan en el seno de la suya propia y que permanentemente se renuevan. Este espíritu innovador es una constante que revela el ser inquieto y versátil del maestro. Experimentación que no olvida sus raíces, ni el proceso que el mismo ha elegido, a través de años de paciente y fructífero ejercicio pictórico.

Luego de su paso por el expresionismo, con influencias del realismo social, incursiona en el constructivismo abstracto, bajo la Influencia del maestro Joaquín Torres García, pintor uruguayo de origen español, desarrolla una pintura basada en el plano de color, la línea y la geometría, escudriñando la unidad de la obra por medio de la estructura y el manejo del espacio, una filosofía pictórica, basada en la exploración de la identidad latinoamericana en las huellas que se remontan a tiempos ancestrales, en los que el hombre de América buscaba la esencia de su ser en el barro y el fuego plasmado en la herencia del arte pre colombino, propuesta artística al servicio de la conciencia y la armonía del orden universal. A mediados de los 50 viaja a Europa y en Barcelona se vincula al Grupo de los Informalistas, con quienes compartió experiencias y al cual aportó ideas y técnicas, llegando a ocupar un lugar importante en la plástica española. Tábara se afianza en el ambiente pictórico de Barcelona, su estancia confluye y se identifica con Joan Brossa, Jean Josep Tharrants, Modest Cuixart, integrantes del grupo Dau-al-set, uno de los más representativos de la posguerra española, del que Antoni Tapies, era integrante y portavoz, su influencia inspiró en Tábara la invención de formas fantasmagóricas de dibujo recortado, distribuidas sobre fondos de cromatismos altamente refinados. Esta relación da como resultado, una larga serie de obras, que mas que informalistas o neofigurativas, eran mágicas y surrealistas, con una notable dosis de misterio y encanto. Estos años fueron fundamentales para Tábara, porque le estimularon a desarrollar una pintura vanguardista que fue muy bien acogida en Europa, logrando consolidar un estilo único que se caracteriza por un dibujo de gran sobriedad cromática y una particular geometría de corte modernista. Comienza a introducir en sus pinturas el entramado y texturizado que continuará desarrollando durante toda su vida. PREMIO INTERNACIONAL DE PINTURA ABSTRACTA Hay que anotar que lo decisivo en él es su voluntad, y de hecho su capacidad talentosa, el éxito en su viaje a España, teniendo en cuenta que la formación de una persona de sus recursos no era expedita para lograr el mayor de los éxitos en España sin embargo su capacidad, su creatividad, su propio talento y las ganas de hacer algo por el arte, convergen para dar a Enrique la posibilidad de marcar una época del arte latinoamericano en España y conjugar este con los artistas de moda de la época. En 1960 el galerista suizo Georges Kasper convoca por segunda ocasión al Premio Internacional de Pintura abstracta en el que gana el primer premio por unanimidad. Ello le permitió realizar varias exposiciones auspiciadas por Kasper en las Galerías Layetanas de Barcelona 1957, en el prestigioso Club 49, en 1958 y en la sala Neblí de Madrid en 1959, su reconocimiento en Europa fue tal que André Bretón lo invitó a representar a España en el Homenaje al Surrealismo junto a figuras de la Talla de Salvador Dalí, Johan Miró y Eugenio Granell. En ese mismo año su obra más importante inició un periplo que la llevaría por las salas y galerías de Lausana, Milán, Bichan, Grenchen, Viena, Lisboa, Munich y Washington y de regreso a Madrid y Barcelona, ciudad donde recibió la visita de Johan Miró, varias veces, en las que conversó con él y le obsequió una de sus obras gráficas, que Enrique Tábara guarda con inmenso aprecio.

Tábara es un artista de momentos recurrentes, que muchas veces abandona un hallazgo importante, para volver a recogerlo algunos años mas tarde. El origen de los Pata Pata se remonta a una obra de 1954, una mezcla de piernas y medias de dibujo recortado y gran variedad cromática, primer indicio de una fragmentación de anónimas anatomías en ritmos geométricos, que sirven como motivo de extraordinarias composiciones, motivos que estarán presentes en varios tramos de su trayectoria, pero que ocuparán un lugar determinante en su pintura, a partir de 1968. Según el maestro su determinación de pintar piernas, empezó de manera casual: dentro de su constante búsqueda, alguna vez se planteó dejar el geometrismo, el informalismo, el abstraccionismo y volver a la figuración, en una ocasión que se encontraba en un hotel de Nueva York dibujó una figura humana, los resultados le parecieron interesantes, pero inmediatamente se dio cuenta de que no era la que buscaba, así que rompió el dibujo, lo dejó sobre una mesa y decidió salir a caminar, a su regreso, los restos del dibujo cayeron de la mesa, las piernas del dibujo cerca de las suyas y se detuvo a observarlas, el resultado le inquietó. Decidió pintarlas en acuarela y así nació una serie de 17 años de “pata pata”, imágenes que habitan el universo simbólico de Tábara, un pretexto para componer, para estructurar espacios terrenales, huellas de una humanidad fragmentada.

En las culturas ancestrales, el árbol, tienen un significado casi místico, es la base de la vida, la esencia metafísica del mundo y la verdad. Enrique pinta y dibuja árboles, de manera esporádica, en varias etapas de su trayectoria, pero en los años 80, pasan a ser el tema central de su pintura. Las reminiscencias de una humanidad fragmentada, la vida y la inmortalidad, íntimamente relacionados con su búsqueda inagotable en el laberinto de su propio interior. Cuando Enrique Tábara después de tanto éxito con los 23 años de Pata Pata, se da el lujo de cambiar y comienza a trabajar con la vegetación, especialmente la tropical, evidentemente, esto tiene que ver con su residencia en Cuatro Mangas en goce de vista y de todo orden de la floresta que le acompaña, es tal el deleite que el se sienta a contemplar cada uno de los aspectos que rodean a su propia vivienda, Qué tiene en frente? Tiene la alegría de la vegetación, el color radiante del trópico, el clima que también le favorece, todo esto en una consonancia tan exuberante, tan violentamente cambiante, eso le lleva al mismo tiempo a los insectos, hhabitantes cariñosos que confluyen en esta floresta dándole mil aspectos de vida, de alegría, y el se deleita, por eso el paso tan inmediato, de árboles frondosos llenos de color a los insectos que ennoblecen el conjunto, porque en la delicadeza y en la sobriedad de cada uno, simplifica todo eso dándole un caudal creativo que ha puesto, casi barroco de tanta flor y tanta vegetación. En medio de su asombro por la naturaleza, alcanza una nueva dimensión con su mirada única del universo de los insectos, mariposas, hexápodos y escarabajos en una selva tropical alucinante y profunda, de colores intensos.

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